Fuente: Centro Terapéutico Grupo 4 (Centro de Tratamiento de Adicciones en Madrid)
Los sistemas de recompensa son centros en el sistema nervioso que obedecen a estímulos específicos y naturales. Regulados por neurotransmisores, permiten que el individuo desarrolle conductas aprendidas que responden a hechos placenteros o de desagrado.
La vía de recompensa cerebral meso-accumbens es la región principal del cerebro que desarrolla estas conductas; está presente en todos los mamíferos y motiva las conductas aprendidas para la sobrevivencia y reproducción. La acción directa de las diferentes sustancias adictivas sobre los sistemas de recompensa puede producir estimulación, inhibición o activación de varios tipos de neurotransmisores y receptores; por tanto, afectan a la propia química natural del cerebro.
El ser humano tiene conductas que aprende de forma natural, como la adaptación del recién nacido a la presencia del alimento, al calor y a los cuidados que la madre le proporciona en sus períodos de nutrición. Si la actividad es placentera, los sistemas de recompensa la agregarán a los mecanismos conductuales.
Los "no naturales" efectos obtenidos por el uso de una sustancia psicoactiva o droga, pueden estimular intensamente estos centros de placer y provocar el desarrollo de una dependencia. Con el paso del tiempo y el uso continuado de su droga de elección, se producirá la habituación y dependencia física del individuo a la misma.
Es decir, acostumbraremos y haremos necesaria la presencia de alcohol, cocaína, etc., en nuestro organismo. Los procesos de recompensa, pueden intensificarse por el consumo de dos o más sustancias adictivas a la vez; por ejemplo, la mezcla de alcohol y cafeína incrementa el gusto por la nicotina. Es común por lo tanto, que se presente la ingesta de dos sustancias adictivas en los individuos y no es casualidad, que un alto porcentaje de alcohólicos sean fumadores.